EL PRESIDENTE
DE
LA ACADEMIA DE GASTRONOMÍA DE LA REGIÓN
DE MURCIA
LE SALUDA
Y se complace en invitarle al acto de
ingreso como académico de Número de
D. Pachi Larrosa Sancho
Quien pronunciará su discurso bajo el
título
“La crítica gastronómica, ¿un género
periodístico en crisis?”
El discurso de contestación correrá a
cargo del académico de Número
D. Víctor Meseguer Sánchez
El acto tendrá lugar el próximo lunes 21
de noviembre de 2016 a las 19:30 horas
en el Salón de actos del Centro de
Cualificación Turística, sito en la ciudad de Murcia.
C/ Pintor Aurelio Pérez,
1. * Al término del acto se servirá
un vino español S.R.C. en el correo agrm.rrii@gmail.com
LITERATURA, PERIODISMO Y GASTRONOMÍA
Víctor Meseguer
Vicepresidente de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia
«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más
vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados,
lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las
tres partes de su hacienda…». Y así es
como da comienzo El Quijote, una de
nuestras grandes obras maestras. La comida forma parte inexorablemente de
la literatura y también a la inversa. En no pocas novelas, cuentos o poesías,
la comida y el arte de comer se funden en un tropel de palabras, de sensaciones
que, al juntarlos, nos deleitan convertidas en auténticas obras de arte.
No solo Miguel de Cervantes ofrece un papel primordial
en su obra a la comida, también lo hacen autores como Scott Fitzgerald, quien
en su novela El Gran Gatsby describe
múltiples cenas en las que se reunía la alta sociedad. Ora banquetes ampulosos,
ora íntimas cenas recatadas, pero siempre la comida como hilo conductor.
Elemento en torno al cual se forjan los cimientos de una pareja, se charla distendidamente,
se juega, se canta, en definitiva, se vive.
Dickens, en su Cuento
de Navidad centra una triste historia alrededor de la cena de Nochebuena.
Una mezcla de sentimientos donde el protagonista rechaza a su sobrino, sumido
en el recuerdo de la soledad, la invitación a sentarse a su mesa, aunque finalmente
impera la razón y se torna en amabilidad y generosidad, terminando por comprarle
y regalarle un pavo.
El vino también ha servido a Roald Dahl como elemento
central para trazar un relato de punta fina, un brillante juego de adivinación
que, arengado por pura bravuconería, puede llevar al protagonista a obligar a
su hija a que se case con uno de los comensales, un famoso gastrónomo.
La gastronomía, como puede observarse, ha sido una
constante en la literatura. Podemos recordar que Homero en La Iliada desata la Guerra de Troya en un banquete. Y también
rememorar con ternura como en la novela de Proust, En Busca del Tiempo Perdido, una simple magdalena mojada en café se
convierte en el símbolo evocador de la infancia del protagonista, punto de
inflexión a partir del cual el personaje rebuscará capítulos de su vida
perdidos en los rincones más recónditos de su memoria.
El mismísimo Borges contó una vez —con ese tono de
sorna mentirosa que usaba en algunas ocasiones para burlarse de sí mismo— que
había decidido divorciarse de su primera mujer la noche en que ella le sirvió para
cenar, al mismo tiempo, un plato de ensalada y un café con leche. Lo consideró,
con toda razón, un menú abominable. «Me di cuenta —dijo— que no me quería».
También García Márquez en El Coronel no tiene quien le escriba utiliza ese gallo como símbolo
de poder, objeto también de disputa, pues la mujer del Coronel, cansada de
pasar hambre, le exigía a diario matar el gallo para poder comer.
Periodismo, literatura y gastronomía están íntimamente
relacionados. Afirmaba el autor de Cien
años de soledad que el periodismo es “una pasión insaciable que sólo puede
digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”. Para
ser periodista hace falta una base cultural importante, mucha práctica y
también mucha ética. Cualidades extrapolables a la gastronomía, reflejo de la
cultura y costumbres de una sociedad, en definitiva, todo un arte. Y es que la
cocina, es alquimia de amor, como acertadamente la definiera Guy de Maupassant.
La comida es un elemento inherente a nuestra cultura, algo
insustituible en nuestras vidas, que, en ocasiones, dista mucho de ser un
simple alimento, convirtiéndose en componente estético, sensitivo, en un factor
clave en el arte. Y para algunos, también en nuestro trabajo o vocación: el
oficio de juntar palabras.
Y como
sostiene Daniel Greve que “para dedicarse al periodismo gastronómico hay que
vibrar con la cocina. Con lo simple, con lo complejo. Con lo sofisticado, con
lo austero”. Creo que es el caso de
Pachi Larrosa, maestro de periodistas y fedatario de todo cuanto se “cuece” en
torno a los fogones, y de las virtudes de este maravilloso arte. Él siempre nos ha hablado de lo divino: la
gastronomía y de lo humano, el periodismo.
El
próximo lunes 21 de noviembre de 2016, a las 19:00 horas en el Centro de
Cualificación Turística tendrá lugar el Acto
de ingreso como académico de Número de D.
Pachi Larrosa Sancho en la Academia de Gastronomía de la Región de
Murcia.
¡Qué suerte la nuestra!
* Publicado en el Diario La Verdad (10.11.16)
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